jueves, 21 de septiembre de 2017

Carta de una bruja

Me odiáis pero no me conocéis...

Todos empezamos siendo niños al cargo de unos mentores mayores que nos indican cómo comportarnos, qué clase de modales están bien vistos por los demás y qué cosas están prohibidas...

Mi familia era una familia de bien que me lo dio todo: un magnífico hogar, alimento, cuidados, cariño... Me trataban como su princesa vestida de colores rosados y blancos casi todo el tiempo. Yo, inocente y pequeña, era feliz con su amor, su sabiduría y sus regalos, tanto materiales como inmateriales por supuesto: una familia. Sin embargo, había algo malo dentro de mí. 

Siempre me sentía extraña a pesar de todo, una sensación que acrecentó cuando tenía que relacionarme con las niños de la villa, tanto en la escuela como en las calles. No lograba encajar bien con nadie y me sentía incompleta... había un vacío dentro de mí que se hacía cada vez más notable.

Nunca dejé de ser la princesa de todos, con sus atuendos rosas y sonrisa ensoñadora, pero muchos me tenían desprecio e incluso miedo... no se me daba bien hacer amigos y era muy callada, y sin quererlo me comportaba diferente a ellos...

Qué rara...
Qué cara tiene...
Siempre está seria...
No habla nunca...
Qué antipática...
Qué miedo da...

Eran cosas de las que no me daba cuenta cuándo las hacía, al igual que tampoco me daba cuenta de porqué podía yo hacer sentir esas emociones a una persona, incluso emociones tan básicas como la alegría, la tristeza o la rabia. 

Pasaron los años y mi problema fue acrecentando hasta casi apenas comprender mis emociones, llegó un punto en el que el rosa se marchitó y dejó un agujero que fue acrecentando, que era el vacío de mi interior.                       

Comenzaba a ser independiente y la curiosidad me llevó a una ardua investigación que acabó siendo problemática.                       

Todos los libros que podían tener algo que ver con mi vacío eran libros prohibidos por la Inquisición, pero aún así no pude quedarme de brazos cruzados sin saber qué podía hacer con mi vida. Aún recuerdo la cara de mi padre gritando preocupado, enfadado y disgustado conmigo por leer sobre libros... de magia.                 
    
Gracias a toda esa información que vi, descubrí que había un grupo de personas que encajaba de manera poco eficaz en la sociedad hasta el punto de ser casi excluidos. Las gentes que conocían la magia eran gentes que me resultaron interesantes, entonces fui a los lugares que parecían ser sus hogares... cabañas apartadas de la villa en peligrosos bosques donde predominaba la oscuridad.

Aquella gente no pensaba como las personas de la villa. No creían en Dios... Eran diferentes y no pude evitar sentirme interesada por ellos, incluso conocí a un mago que despertó algo especial en mí. Practicaban la brujería, eran "los seguidores de Satanás",  vestían de negro y llevaban amuletos con demonios y otros decorados diferentes. Eran personas con las que la gente de la villa luego castigaba con la muerte ahorcándolas, quemándolas o tirándolas a un precipicio ... solo por no pensar como ellos.

Y en los brujos encontré amistad.

Fue el momento en el que descubrí algo que me invitó a unirme. Sentía algo que se acercaba más a mi extraño interior, un interior lleno de dudas, oscuridad y melancolía. Las blancas margaritas fueron sustituidas por espinosas rosas negras. Mis amuletos dorados de calidad fueron sustituidos por la plata vieja. Los ángeles ahora eran estrellas de la magia. Y, oh, el pelo... A la mierda el pelo.

Por esto llegó un momento en el que el desprecio de mis padres fue en aumento. Me veían como una hereje contraria a los principios de todos, que para ellos "todos" significaba un pequeño pueblecito que es su único entorno que conocen. No conocen nada más allá de las murallas del reino, de las montañas nevadas, del desierto, de los bosques, de los polos, de los confines de la Tierra...

" BRUJA"

No dicen otra cosa. 

Un día llegará la Inquisición a callarme... pero al menos he logrado conseguir algo, que es vivir la vida con algunas emociones... amistad... amor...
...
...
... aunque apenas las sigo entendiendo. La realidad es que incluso ahora no siento que encaje en el grupo de los "brujos", ni en ningún otro sitio... Lo que sí al menos he conseguido conocer algo que me ayuda a levantarme cada mañana...

... pero mi alma sigue siendo oscura, y más que en confiar mi vida a Satanás pienso en la diosa Hécate, porque sé que a fin de cuentas da igual lo que haga, nací para estar sola, nací para ser una incomprendida... Sé que muchos alardean de esto mismo, pero los que bebemos lágrimas somos los que peor lo pasamos.

Aunque calle, mi grito de desesperación siempre será silencioso, y nadie me podría llegar a sacar de esta niebla de emociones, esta lluvia de soledad y esta tormenta que crece y crece dentro de mi alma.



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